Emplazamiento de los baños de Bellver


Los baños de Bellver entre el hotel Mediterraneo, en construcción, y el hotel Victoria

Nuestra Costera por el trazado del paseo marítimo, por mucho que se intente reproducir lo que fue en nuestro tiempo, resulta inverosímil. Naturalmente algo queda. De escasísimo valor, aún cuando, para la mente de los sexagenarios, al ver el cambio radical, nos consuela echar una oteada al pretérito.

Pero de todos modos, con lo poco que nos queda a guisa de mojón, los peldaños de frente que dan al rellano de la escalinata que conduce hasta el rellano del callejón de frente la casa en la cual vivió don Gabriel Bisáñez, representa por el vestigio histórico de aquellos que practicamos la natación. La entonces escalinata daba a un terraplén a guisa de terraza. Por varandilla unos postes de madera que sujetaban tensa, dos hileras de alambre galvanizado del gordo. Allá habían los flotadores que eran sendas calabazas del Perú de diversos tamaños, para servicio de los que, para nadar, solían fer es granot, o en su descanso feien es mort. Adosado a la pared, un largo poyo de manpostería de unos quince metros de largo. Sentado en él, se divisaba el ancho mar, sa sola y como es natural, el peñasco puntiagudo, cual diminuto cavall Bernat al que todos denominábamos es Gegant. Desde allá y tomando un cierto impulso, los Juanito Vilanova, Mariano Pellicer, Santiago Rebassa, N'Antoni Fullana, Luis Abrirles y Jaime Ratier. Estos seis tíos, fueron los más agosarats per fer s'animal, según decir de las personas de sano juicio. Para las damiselas, el juicio era distinto, y como entonces imperaba el romanticismo los saltarines tenían fama de semi dioses pues, volando al extender los brazos, si no le eran del todo, por lo menos feien es salt de 1'àngel.


Imatge aéria d'El Terreno. El Hotel Mediterraneo ja està construit

Sa Sola, a guisa de trampolín, apenas movedizo. Tenía una altura sobre el nivel del agua, de dos metros. Era una tabla forrada de esterilla gruesa, Allá lo mismo En Pep Dureta, que Antonio Parietty con En Llorenç Clar, Miguel Beaus, Jaime Rover, José Anguera, los hermanos Bestard y Maura, y cualquier hijo de vecino, sin arriesgarse tanto, hacía toda clase de cucaveles, capficos i baldetes, haciendo los saltos tan nítidamente que ses al·lotetes, entusiasmadas aplaudían sin cesar.

También adosado al muro de la escalinata había un toldo fijo de madera que solía librar del sol, pues como entonces a Febo no se le pagaba en divisas, iba todo más tirado y s'embat solía dorar la piel, sin destrozar el cutis.

Los más "prudentes" por no decir timoratos, solían contentarse echándose al agua desde s'Escaleta con menos de un metro de altura. Aquello, era suficiente para que tots els nin poguessim fer s'ase.

Daros nombres, sería llenar toda la galerada de la página 4. Y no quiero abusar de l'ull de peix. De todos modos, a guisa de recordación, considero oportuno recalcar la gran resistencia submarina de Juan Truyol, hijo del retratista de s'Hort del Rei que de un capfico nadando por debajo del agua solía emerger junto al bote a donde Mestre Pep, sentado a la guitzoneta, damunt proa, oteaba si algún intruso, per devall quilla intentara pasarse a sa part de ses dones. Creo que con deciros que tots es nins d'El Terreno d'ante guerra del 36 disfrutaron muchísimo en aquellos baños de Mestre Pep.

Lo mismo Mestre Pep que algunos de su hijos, el que fuere, solía advertir a quien fuere, que antes de echarse al agua, debía santiguarse. Era la costumbre y quien no lo hiciere, se le hubiera tornado por muy atrevido y poco reverente. Para aquellos que se echaran de pies al agua, la clase médica recomendaba que se mojaran la cabeza casi al mismo tiempo que los pies, para evitar males mayores. La mar fa forat... i tapa... solía advertir Mestre Pep al que no se santiguara.


1943. En primer termino y con el Hotel Mediterraneo al fondo, el lugar conocido como S'Aigua Dolça. Debe su nombre a que casi en la linea del mar manaba una fuente de agua dulce. Era uno de los lugares preferidos por los palmesanos para ir a nadar.
Font: Fotos antiguas de Mallorca

Como no había playa, allá acudíamos los que sabíamos nadar. El "balneario" se componía de sa part de'ls homos i un poc més arraçerat sa de ses dones. Ambos estaban separados por un istmo artificial que unía una gran roca con un espigón de cemento armado. Allí Mestre Pep solía otear el bote de salvamento y estar al cuidado de posibles atrevidos donjuanes que intentaren infiltrarse a 20 mts. de la sección destinada a las mujeres. Allá había un fondal de dos metros.

Os describiré solamente sa part dels homos. Fue la nuestra, aun cuando los hubo, por fortuna muy pocos, estaban en la memez, tan mimados y tan pometes que sus madres tanto o más "ítem" que ellos les hacían entrar en el aposento de las señoras y tomar el baño junto a ellas. Cosa que ruborizaba a nuestras contemporáneas. De este exiguo número, que, a D. g., se pueden contar con una sola mano, el más fofo y mentecato fue uno, al que le llamábamos "En Mantequilla". Aferrat a ses faldetes de su "mamaita". El compartimiento de los hombres era una aula bastante capaz para una cincuentena de personas. Había una hilera continuada de perchas, un banco corrido y un peine atado de un cordel de volantín y uno podía peinarse a gusto. La luna del espejo, según moviera la cabeza podía estar en cuarto creciente o menguante. Si en vez de peinarnos nos llegamos a afeitar, muchos sexagenarios estaríamos desnarigados . Aquello se denominaba "general". Los taparrabos valían cinco céntimos y con ello se tenía derecho a la jofaina para enjuagarse los pies. La mayoría teníamos bañador y toalla propios. Madó Poloni lo guardaba todo con mucho esmero y hasta solía repasar si había algo que zurzir, y tenía el don de saberlo hacer mejor o igual que las más afamadas monjas franciscanas. Los asiduos dábamos cinco duros por temporada y podíamos bañarnos dos veces por día. Nunca lo hicimos. Tampoco nunca nos fijaron tiempo de permanencia pero solíamos estar una hora entre baño y baño de sol incluído desvestir y vestir. Un cuarto para cuatro personas valía tres reales (75 cts.). Además del mayor espacio había esterillas para los pies, la jofaina y un jarro con agua dulce, sacada del manantial que desembocaba al mar, junto al cuarto número 2


La costa de El Terreno antes de la urbanización:
Preparando un trabajo sobre la batería del Lazareto proyectada en su día en los terrenos de” La Cuarentena” me he tropezado con éste croquis dibujado a “mano alzada” en 1846, creo que merece la pena ser publicado. Archivo Regional Militar. 454-46.
Font: Chus en El terreno – Palma de Mallorca~ Un barrio mítico de Palma de Mallorca

Que gran familia fue la de Mestre Pep Roig. Me lo imagino con harta frecuencia y también a su amante esposa. Me la imagino sentadita detrás del taurell de mármol, duguent es maneig, guardando la Caja Fuerte (un caixonét de fusta prima). Detrás de ella los estantes de los abonados. Sin rótulos alguno sabía perfectamente de quien era aquello. En una rinconera había un reloj despertador marca "Roskoff". Su marido se lo compró en Sebastopol por menos de dos pesetas i va més fi qu'En Figuera. En un rincón había un bote de vidrio que contenía una docena de galletas de Inca, que duraban toda la temporada. Si alguien quería comprarlas tenía que dejarlo correr porque la tapa del bote, que era de hojalata, con la humedad havia agafat rovei.

¡Qué bien nos lo pasamos! Citaros nombres, lo haré dándoos tan sólo un ramell de muestra. Nuestras amiguitas de antaño, unas que siguen siendo lo mismito de antes, con señalada personalidad. Otras hogaño noveles abuelitas, y otras desempeñando el papel de tiíta abuela, pues de todo hay en esta Institución comunitaria Terrena. Os prevengo que sólo se trata de cifraros un ramell más bien, un enfiloi de cireres. Al tirar de una, te'n vénen quatre o cinc, a cual más dulce. Así pues de aquelles rol·lades sotenidas su baix sa porxada, presidida por Madó Poloni, Na Catalineta Mulet i Camacho, las Florit de Ca's Fusté, Na Maneta de Ca'n Covas, sa majó de Ca'n Fornés, germana d'En Pau es Ferré, las hermanas Cifre y con ellas, la "Nena" de Ca'n Mascaró, las Ortigosa, Margarita Ratier, Francisca Carbonell de Ca'n Salí, Antonia Sansó, las Mulet Gomila, María Argelés, Antoñita Vilanova, Julita Ogazón, Conchita Tejada, las Hermanas Pizá de Ca s'Armero, Juaneta i Conxa Morro, también es poméll de Ca'n Escalades, Anita Gordiola, ses Pericás, las Colom, las Bisañez, y así podría enumerar a todo El Terreno, porque entonces veraneantes y residentes, tot era ú.


El Paseo Maritimo a principios de 1960. Un puente elevado permitia a los clientes de Hotel Mediterraneo bañarse en la piscina o en el mar. En la foto de arriba todavia se aprecia enmedio de la carretera desdoblada.
Foros No solo HD

Allá en aquellos baños tan nuestros y tan terreneros, muchos de aquellos prodigiosos saltarines de trampolín, hicieron sus primeros pinitos en asunto tan vital de amores y amoríos. Y hubo de los acróbatas del Gegant que no por lanzarse al espacio desde cinco metros de altura els hi anava costa amunt, eso de tratar de abordar a sólo una, para decirle muy quedo: "Me gustas".

Y es que, la primera juventud del "ayer" si de algo pecó, lo fue de timidez.

Sin salirnos de los Baños, podría contaros, por centenares, las anécdotas. Y en este preciso instante, recuerdo al que fue entrañable amigo Jaime Cifre Llabrés, quien de Mestre Pep, me recordó un chascarrillo. Veréis. Hace ya "medio siglo" que se puso de moda usar relojes de pulsera. Un buen día, un soldado fue a bañarse. Salido del "general" fue en dirección a s'escaleta con objeto de lanzarse al agua, pegant un capfico. Mestre Pep, se dió cuenta que, llevaba puesto el soldado un flamante "pulserita". Donel-me, homo! No veus qu'el tudarás, si te llanças a mar amb aquesta preciosidat de rellotge?. (El palurdo de la "mili" se desprende de su corretgeta, sujetándoselo a la muñeca zurda de Mestre Pep). Seguidamente se oye un "Chaff". El de la "mili", pegá panxada! . Mestre Pep, inquiere: ¿Que no t'has senyat? Amb un altra com aquesta, te sortirá sa trencadura! Els homos s'han de senyar, si creuen amb Déu i amb sant Cristófol nan! A unos seis metros de la orilla, frente al cuarto número 6, había una tanaça donde se podía hacer pie. El pobre soldado intentó alcanzar el bajío, y al no dar con él se puso nervioso y empezó a tragar agua. Mestre Pep, se echa al mar y por la espalda, aprisiónole los brazos, yéndose de nuevo junto a s'escaleta, siendo izado a tierra. Alguien argumentó: Aquest rellotge que n'ha duit de ronya per gratá! Y Mestre, Pep con cazurría, exclamó: Per paga ni ell ni jo mos hem senyat!

Font: Estampas de El Terreno