Huellas palpables


Bogiot o bugiot. Tesium divaricat.Imatge distribuïda amb llicència Creative Commons BY NC SA en Menuda natura Actualment aquesta planta és difícil de trobar

La sinfonía blanca de la que os hablé en otro lugar, sobre la calidad nívea del polvo de la Carretera, no sé si fueron los Curanderos o si los Galenos, algo debía ocurrir realmente milagroso, pues cuando en Palma y su Término se declaró la epidemia gripal, surgió un medicamento que fue considerado la panacea universal para combatir la enfermedad que mucho dañó sus habitantes. Sea por aquello de "a grandes males, grandes remedios", al no haber suficientes medicamentos, las amas de casa, apegadas a los remedios de ilo témpore, quizá por haberlo oído contar a sus mayores, bien fueron "las pedrinetes" o a aquellas tías apergaminadas que en todos los sitios la hubo, de la noche a la mañana se organizaron bandadas, que de todos los barrios de Palma, fuéronse en busca de una especie de arbusto, llamado "bogiot". Entonces lo había por la muralla, también por las inmediaciones del Jonquet y por el "salt de's Cá". Se hacía con ello una tisana que se la hacían tomar al enfermo, junto con la aplicación, sobre el abdómen de una especie de "cocas" de polvo de carretera con el aditamiento de cebolla triturada hervida, tan caliente como pudiera resistirla el paciente". Yo nunca supe si la curación se debió a la fe, o si fue porque no se tenia de morir, lo cierto, que, por espacio de mucho tiempo, se hizo tal acopio de polvo, que la carretera de "El Terreno" no necesitó de barrenderos municipales ni tampoco de que pasara la bota municipal de riego, echando agua de mar.


El pintor Gaspar Terrassa Mas (1840-1910)

Cuando, y según la tradición infalible, caían los primeros chubascos septembrinos "entre ses dues Mares de Déu" o sea entre los espacios de la fiesta de la Barriada y la de la Virgen de La Bonanova que casi siempre ambas eran pasadas por agua... realmente la Carretera se convertía en un verdadero asquito. Los vecinos solían hacer unos caminales, con periódicos, a guisa de pasarela, desde la misma verja hasta la parada del tranvía.

A su vez, la tienda de comestibles de Ca Na Pereta, y el Café de's Capellá Sec, colocaban muchos pliegos a guisa de alfombra guarda-barro. Viendo los periódicos, se podía adivinar el color político de cada uno. Si "El Correo de Mallorca", partidario del clero. Si "La Almudaina" conservador. Si "El Día" "verguista" y si "La última hora", liberal conservador.

Por cierto, el primero en colocar la "pasarela", aún no habían caído "cuatro gotas" era la servidumbre del Sr. Tarrassa. Un día acertó en pasar el carro d'en Confit, y salpicó el traje inmaculado del pintor. Entonces no habían surgido los "infartos de miocardio", ni tampoco habían campos de fútbol con árbitro comprendido, de los que hacen malos arbitrajes. Si llega a haberlos, sólo de oir las palabras mal sonantes, insultos e interjecciones, suficientes para fulminar la Liga del bien hablar. No hacía caso de si hubieren señoras o no. Aquel pintor se soltaba de la lengua de una forma tan figurativa... horrorosa. Prefería tener diez manchas sobre su conciencia, que una leve manchita en sus pantalones. Así, puestos a conceder premio a los mal parlantes, por mucho que fuera cualquier "hincha" del Mallorca en días aciagos, indudablemente el pintor Terrassa hubiera ganado el podium.

Font:
"Estampas de El Terreno", Luis Fàbregas
Imatge:El pintor Terrassa retratat per Rusiñol