LOS TRANVÍAS ELÉCTRICOS

Aunque El Terreno formara parte activa como protagonista de "la isla de la calma", vino un día en que los usuarios del tranvía de mulas decidieron hacerse progresistas, dando un nuevo paso hacia la "civilización". Realmente, era El Terreno la única barriada que podía hacer alarde del poder eléctrico. Las manecillas de los interruptores eran manejadas desde muy lejos. Alimentó el alumbrado público la fábrica de Alaró. No desperdigaron corriente jamás. Tampoco el Ayuntamiento de Ciutat prodigó demasiadas bombillas. Fue el Ayuntamiento el precursor de las luces "piloto". Salvo ligeras circunstancias, pues aún cuando los muchachos de "El Terreno" fuimos más o menos como los demás. Llevábamos muy pergeñado el concepto de la paz. Jamás guerreamos, no nos liamos a pedrada limpia con nuestros "fronterizos". Eramos prontos al diálogo. Y si rompimos muchos cristales de los faroles de Gas (yo rompí muchos) lo fue más bien por consolidación, favoreciendo al Hojalatero, que conocimos, de la Plaza de Gomila. Gozaba de una subvención municipal.

Un cierto día se lamentó de tener existencia de masilla que se le echaba a perder, y, prestos a favorecer al Comercio... resolvimos hacernos "honderos" para ayudar al prójimo.

Los tranvías eléctricos, dieron tono a nuestra barriada. Como sus anteriores de mulas, siguieron haciendo Parada Oficial y Cruce a Sa Placeta y para que la comunicación fuere más intensa. Los tranvías llevaban un buzón de Correos. Un buzón de "alcance". Y la Administración Principal de Correos se hizo con un matasellos especial. Decía: "Alcance Tranvías Porto-Pi - Palma". A los filatélicos les agradó. Lo mismo a n'els enamorats y al-lotes. Al principio todo marchó como miel sobre hojuelas. Las cartas eran recogidas con mayor o menor puntualidad, hasta que, para mayor comodidad del público, el Tranvía portador del correo en vez de quedarse en vía muerta frente al cuartel de Caballería, prosiguió hasta el interior de la ciudad. Sólo cuando el buzón estaba atiborrado, tenía el Revisor de mandar recado a Correos y esto resultaba un engorro. La Compañía de Tranvías Eléctricos Interurbanos de Palma, precintó todos los buzones. Y lo hizo para evitarse males mayores precisamente con aquellos enamorats puntillosos.

La Dirección del Hotel Victoria, hizo saber al vecindario que para las Cartas para Barcelona, podían depositarlas en Recepción. El "Alcance" se prolongó dos horas más, y así el "chaufeur" del Omnibus Hispano Suiza 20 HP, al conducir a los pasajeros al barco, echaba por sí mismo al buzón del vapor correo, la totalidad de correspondencia.

Se dijo de un cierto estudiante de medicina que, al casarse, terminada su carrera invitó al "chauffer" del Hotel Victoria, para que figurara como Testigo de la Boda, y el ágape se celebró, naturalmente en el Hotel Victoria. Y es que entonces las Love histories eran así de románticas.

Font:
"Estampas de El Terreno", Luis Fàbregas
Imatge: Rails i ferradures