Las fiestas de nuestra barriada tuvieron su rovei d'ou en el patio de Ca'n Barra d'Or
No me atiendo, como véis a ningún orden cronológico, sin embargo antes de entregarme más bien a la época en que nosotros los sexagenarios, éramos pollastrells de primera volada, nuestra niñez la transcurrimos per Sa Placeta y también pe's pati de Ca'n Barra d'or. Fue en su día, una de las mejores mansiones, de tipo helénico, verdadera quinta campestre y señorial propiedad de la aristócrata familia Maroto Coll de's carrer de St. Jaume. Antiguos propietarios de las fincas de montaña, Massanella y Galatzó, entre otras. Ibanse a veranear al riente caserío. A pesar de estar la hermosa quinta sobre el promontorio rocoso tenían bajada al mar, socavada entre las peñas. No he de remontarme a tiempos pretéritos si bien los Srs. Maroto-Coll, siguiendo añeja costumbre, unida a la casa, tenían ellos otras edificaciones, de planta baja y piso muy atrevidas y lindas, su cosconstrución. En ellas vivía la servidumbre, Libreas y demás gente, a su servicio y también las cuadras o establos. Ambas, como es natural y lógico, lo más cerca posible de la calle.
Ca'n Barra d'Or, sin serlo, tuvo "pinta," de castillo feudal. El recinto cercado de pared de manpostería. Algo más de un metro de alto. Y sobre del mismo una verja de hierro. La entrada era una gran portalada de hierro artístico, que pesaba un "riñón" por ello, era un incierto que de noche la cerraran. No había sucesos, ni perros de presas, pero por convecinos, los más cercanos, siempre atentos vigías, fueron los "números" de la Guardia Civil. Casi sobre el abismo, de cara al mar, había (y todavía existe) la casa cuartel del tercio de carabineros. Estos, lo mismo oteaban la costa, que los juegos de luces de bengala, que los fantasmas que salín aparecer per S'Aigo Dolça i per sa costera de per davers Ca sa Madoneta según fuere el semáforo pirotécnico, lo mismo podían oirse disparos, o hacerse el "sueco". De eso del contrabando, tengo varias estampas, que os gustará recordar.
No por feudalistas, adinerados, etc. el dinero suele fluctuar. Por algo lo hicieron redondo para que rodara. Y también se inventó el papel moneda. Los litógrafos cobraron fama. También la Bolsa. Así con tanta plaga, especie de filoxera, el dinero yendo de mano en mano mientras favorece a unos, perjudica a otros. Llegó por fin el siglo XX con muchos inventos, y los del pasado siglo, denomináronle al nuevo, el siglo de la Luz. A guisa de "prólogo" apareció en órbita el cometa Haley. ¡Valiente festejo!. Sa gent vella, remugava: Senyals al cel, trebais a la terra. Así, Ca'n Barra d'or, aligeró servidumbre y alquiló ses casetas a personas conocidas de Ciutat y de ellos mismos. Fueron sus moradores, los Pellicer, Colom Balaguer y los Cerdá. Algo así como la representación genuina Municipal, Industrial, Comercial y de la "Mili" transformándose luego dentro lo militar en Jefe supremo de la guardia municipal, buenísimo don Miguel Cerdá que la mayoría de nosotros hemos conocido, por haber estado al frente de los "urbanos" hasta la quinta decena de mil novecientos.
Ca'n Barra d'Or contuvo excelentes convecinos. Fueron los Juaneda, Llodrá y Calafat. En correlativo la farmacia la medicina y la sanidad. El último de ellos, diestro en la gastronomía imperial de s'Arxiduc. Aquel recinto fue la esencia de la paz y del bienestar y del bien vivir. Peró...si els qui son de terra, terretgen a los terreneros, comenzaran a fotrer-mós, siendo los estadás las primeras víctimas del Turismo. Sí, los estadás de aquel famoso Pati de Ca'n Barra d'Or, debía sufrir el mal agüero del cometa Haley.
Font: Estampas de El Terreno
Construcció de l'Hotel Mediterráneo al solar de Ca'n Barra d'Or
Tendréis que perdonarme si en asunto de efemérides no está a la page... como decís vosotros los jóvenes. En asunto de matemáticas no soy muy diestro. Y esto me favorece, por cuanto si yo explicara puntualizando fechas, la mayoría de mis contemporáneas, a lo mejor les haría muy poca gracia, todo cuanto explico. Habría chiquillas, que por adietarse años complicarían la existencia del padre. Y esto no puede ser, ni aún achacándole la culpa al corneta Haley.
Don Sebastián Miralles, fue Maestro de música, como lo fue el señor Pinto. El Terreno se prestaba. Y el piano fue el instrumento adecuado. De no haber existido lo hubieran tenido de inventar los románticos. Chopin no hubiera podido lograr la Inmortalidad sin él. D. Sebastián residía en El Terreno en la calle de la Bonanova, más o menos por donde reside actualmente mi buen amigo José Soliva Serra.
La vecindad de per Ca'n Barra d'Or sentíase oprimida. Habían visto fresa. No sabían ciertamente lo que ocurría en su derredor, pues los Carabineros, pese a su tez morena, el uniforme grisáceo i mostatxos com de fregai, estaban tranquilos. Lo mismo la Benemérita. Así pues, si había mar de fondo, era debido a otra circunstancia: Por fin, es vaspre rebentá. Los Moroto, acababan de vender su finca a don Juan Pensabene propietario del Grand Hotel Alhambra. Deseaba ganar posiciones, frente a su contrincante el Gran Hotel y correspondiente anexo del Reina Victoria. No había otra balconada mejor y por la capacidad la quinta de los Maroto satisfizo plenamente al comprador. Entonces no se habían inventado traspasos ni indemnizaciones. La gente se fiaba y refiaba de la palabra. Esta tenía mayor poder que la firma que suele rubricarse sobre una letra de cambio, con gastos incluídos. Por ello, ambos contratantes avisaron a cada uno de los inquilinos, uno por agradecer la compañía durante tantos años. El otro agradeciendo que pudieran marchar cuanto antes. Cifráronse fechas exactas. Y en aquel tiempo, una promesa verbal era sagrada, tenía que cumplirse por encima de todo.
A la juventud le cayó muy mal. Justamente tenían en preparación una tarde literaria. Debía celebrarse una semana después de la fecha en que los señores inquilinos se habían apalabrado con el Pensabene. Toda súplica fue descartada. Se había comprometido y se tenía que cumplir. La juventud lo mismo es pollos que ses polletes, escainaven fort. Sus motivos tenían Jaime Rover (oculista) andaba loco perdido por Anita Gordiola. Y creo que ningún profesor de reválida de esos del "cou" dió desde que ejerce la cantidad de calabazas que nuestra estimada contemporánea dióle por temporada al entumecido galán. A fuerza de hilvanar, se sintió poeta y escribió un romance que le intituló "Plany". El Maestro Miralles a su vez musicó aquel poema y según se dijo, resultaba una pequeña pieza musical. Don Sebastián creyó que dicho en castellano, aquel "Lamento" resultaría de mayor profundidad y sobre todos los 'planísimos" y "andantes".
Es senyós, procuraron encontrar casa cuanto más próxima a Sa Placeta. Era cuestión de anar a aferra pilla. Como si dijéramos a fot qui fot. Si bien los Pellicer y Familia como también los Cerdá decidieron marchar a Ciutat, por ver de olvidar sa mala passada.
Font: Estampas de El Terreno
La costa en 1915
Las familias de D. Mateo Colom y la de don Pedro Balaguer, pudieron echar fondo, quedando en calidad de supervivientes de aquel pedazo de El Terreno que tuvo caracteres de castillo feudal, por lo ante dicho, en mis dos estampas anteriores. La familia Colom, ocupó la casa que actualmente pertenece a "El Patio" y el señor Balaguer fue al primer piso del Bar Torres.
El Maestro Miralles, andaba de capoll. Consideraba era digna de mejor suerte aquel "Lamento" cuya letra era capaz de enternecer al corazón más duro y la música para hacer chorrear mieles a porfía.
Un cierto día, coincidieron don Mateo Colom y el Músico. Este subió en la plaza de Cort. Ibanse ambos a casita, a comer. Se saludaron. Cuando llegaron frente al Teatro Lírico, Miralles díjole en voz alta: "Mir-sé disapte mos debuta En Sagi-Barba i mos cantará "Es Gavilanes", "Sa Tempestat" i "Sa Marina", ¿Qué no hei dará a les seves filles? D. Mateo contestó: ¿Encara més marina? No troba vosté que ja estam abastament "amerinats" amb sa tempestat que es Gavilans mos han duit? "
La gente que iba en el tranvía se echó a reir, fijándose en la cara que ponía el pobre músico. Ciertamente estaba don Sebastián tot capficat. Así hizo mutis, pero en tanto llegaron per davers sa Llonja, allá el tranvía solía hacer, por motivo de las traviesas, mayor ruido y le pareció que los "oyentes" no recogerían todo el ensarte de la conversación. Por favor, D. Mateo. Yo sé que usted es muy filarmónico. La pieza, es "lamar de mona" y sería una pena que no puedan oir la letra, precioso romance de un galán enamorado. Piense que los enamoramientos suelen calar muy hondo y En Jaumet Rover, está desfet.
En la parada de's Carré Gran, se apeó. En Fernández, periodista de l'Ultim'Hora, por ello don Mateo Colom, cambió de sitio, y acercándose en lo que pudo hacia su compañero de enfrente, le dijo: "Miralles, ja ma té cansat. No me fasse destreletjá. No'n vull sentir parlà pus d'aquest "Lamento". No estic per solfes. Heu deix anar! ...o es qué s'ha fet matrimonier? A més, per que no envesteix a N'en Balagué? Ell també és una víctima com jo, de's pati de ca'n Barra d'Or! " Después de una pequeña pausa, al doblar la calle de La Fábrica, una glopada d'olor d'escorxa de sa adoberia de ca'n Massanet, despertó de su modorra al profesor de piano, mientras Don Mateo Colom de's Centro Farmacéutic, li afeigí: Res! , avui mateix en parlaren; emperó vosté en pagará es plats romputs."
A don Sebastián, lo de pagar los platos rotos le cayó bastante mal. Y Mariano, un antiguo cobrador procedente del tranvía de mulas, ibicenco, muy buena persona, se atrevió a insinuar que si tan bona solfa era, podía dur-le a "l'Ultim'Hora" y se la publicarían y así tothom participaría. Se aplaudió la feliz idea del Cobrador. Pero el señor Colom agregó, que por favor no se hiciera mención de que aquél "Lamento" dichoso iba dedicado a los estadans de Ca'n Barra d'Or. Los hi revendrá sa rábia... 1 se'n ben reguard! Sobretot, si vosté vol morí d'una garrotada. Ja heu sap. Vosté mateis trigue!
Nunca más se volvió a hablar del asunto. Fue un triste epilogal
Font: Estampas de El Terreno