Hendrix llegando a Mallorca
El senyor Pascal Plasencia ens escriu per tal de subsanar l'errada següent:
La foto correspondria a l'arribada a l'aeroport de Heathrow ,Londres,Anglaterra, el 4 de setembre de 1970, de J.Hendrix i el seu road manager Eric Barret. Tot i que en alguns enllaços es posa una data diferent com es : 27 d'agost, arribada a Heathrow de camí al Festival de l'illa de Wight.
En alguna llegenda de la mateixa foto he pogut comprovar com enlloc de Eric Barret ,es posa Michael Jeffery (manager de Hendrix, també a Palma ), que no es en realitat la persona que acompanya Hendrix.
Volem agraïr al senyor Plasencia la seva aportació que sustenta amb diversos enllaços.
Todo el mundo lo vio. O eso dicen. Podría poner nombres y apellidos a más de una decena de personas que juran haber visto al mismísimo James Marshall Hendrix hundir el clavijero de su Stratocaster en el techo del Sgt. Peppers. Aún siendo un capítulo oculto en cualquier biografía del guitarrista, lo cierto es que su fugaz paso por la isla disparó la imaginación de toda una generación de mallorquines nacidos entre 1940 y 1952. "¿Mallorquines viendo a Hendrix? Que yo recuerde, allí estaban el locutor Miquel Vives, el fotógrafo Joan Torrelló y alguno más. ¡Había poquísimos! Para ellos, Jimi Hendrix era un absoluto desconocido", sentencia Sandro Fantini, subdirector de la discoteca palmesana.
Fantini no se equivoca. Hasta entonces, aquel nombre había pasado completamente desapercibido para el público insular hasta que algunos periódicos locales anunciaron a bombo y platillo la celebración del Música 68, un festival musical previsto para julio de 1968 y que, de haberse celebrado, hubiera unido encima de un mismo escenario –la Plaza de Toros de Palma– un cartel de leyenda: The Byrds, Donovan, Scott McKenzie, The Tremeloes, Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich, The Incredible String Band, Ella Fitzgerald, Charles Aznavour, Tom Jones, Ray Charles, Gilbert Becaud, Françoise Hardy e incluso The Animals, reunidos nuevamente tras una primera espantada de Eric Burdon. En medio de todos ellos, sin destacar demasiado, The Jimi Hendrix Experience. A pesar de la gran variedad de estilos y el alto nivel de su cartel, el presupuesto de Música 68 se había disparado hasta tal punto que la productora londinense Music Festival Productions decide echarse atrás, sin hacer ningún comunicado a la prensa. "Con la envergadura del caché de todos esos artistas no es de extrañar que no salieran las cuentas", aseguraba el periodista Miguel Soler.
La discoteca Sgt. Peppers
Cancelado aquel festival, solo queda por comprender cómo el bueno de Hendrix recala en Mallorca para actuar en la inauguración de una discoteca sin cobrar ni un solo dólar por ello. Para ello, debemos remontarnos al otoño de 1967, cuando sus representantes –Mike Jeffery y Chas Chandler, de los Animals– compran un local subterráneo en el edificio Neptuno, situado en la Plaza Mediterráneo. Fue allí donde nacería la legendaria Sgt. Peppers, una discoteca capaz de revolucionar la noche palmesana gracias a una serie de innovaciones que la convirtieron en un local único en la isla. A su gran aforo se sumaban los efectos lumínicos, que oscilaban de forma calidoscópica con el sonido; no faltaron las explosiones de confeti, la niebla artificial o la espectacular decoración psicodélica a cargo del diseñador ingles Stuart Offord. Así pues, tanto Chandler como Jeffery convinieron que Jimi Hendrix –cuyas imágenes en Monterey, quemando su guitarra, habían dado la vuelta al mundo– era la atracción perfecta para inaugurar Sgt. Peppers.
Portada del disco registrado en vivo en el festival de Woburn
Después de su paso por el Woburn Music Festival de Bedshire (Inglaterra) el 6 de julio de 1968, Noel Reading y Mitch Mitchell llegan a Palma: se instalan a medio camino de Cas Català y Portals Nous, en una casa suficientemente grande como para albergar un piano de cola en su sala principal. Es aquí donde los dos músicos británicos empiezan a ensayar su repertorio acompañados por algunos componentes de Los Bravos, Mauri's Set o Z-66, con quienes realizaron alguna que otra sonada jam-session en el escenario del Haima (Cala Major). Hendrix llegaría la mañana del 14 de julio acompañado por el propio Jeffery: a pesar de alojarse en una suite del Hotel Victoria (Palma), se le pudo ver frecuentando el alojamiento de Mitchell y Reading. "Me acuerdo que nos llamaron para avisarnos que Jimi había llegado y que nos quería conocer. Habían alquilado una casa grande: un chalet de unas cinco o seis habitaciones. Entramos en la casa. Aquello era un caos, una barbaridad: había gente en todas las habitaciones, ropa interior tirada por el suelo, restos de porros y muchas otras substancias... Allí fue donde lo conocimos", me contaba Manolo Marí, el batería de los Z-66, acerca de su primer encuentro con el guitarrista de Seattle.
La actuación de Hendrix antes de romper el techo
Por muchas razones, la noche del 15 de julio estaba llamada a pasar a la historia: Sgt. Peppers abría sus puertas con un concierto inaugural de la Jimi Hendrix Experience. Entre el público, esencialmente inglés, algunos de los componentes de Los Bravos y el futbolista George Best, devoto del sol mallorquín. Momentos antes de comenzar el show, el músico Neil Landon 'Flowerpotman' subía al escenario para presentar al trío: "Toda esa gente que está ahí, de pie. ¡Sentaos! ¡Sentaos o juro que os dispararé! Sentaos, porque lo que estáis a punto de ver hará que le deis gracias a Dios". Se hizo el silencio y, de un Sound City de cien vatios, empieza a sonar "Hey Joe": le siguieron "The Burning Of The Midnight Lamp", "The Wind cries Mary" y una atropellada "Purple haze", durante la cual Hendrix hizo un enorme agujero en el techo de Sgt. Peppers con el mástil de su guitarra. La leyenda cuenta que el músico, en pleno éxtasis, la emprendió a golpes con su instrumento hasta abrir el boquete, pero Sandro Fantini lo desmiente: "Para nada fue una acción intencionada. El techo que había sobre el escenario era relativamente bajo así que, mientras él estaba haciendo filigranas, levantó la guitarra y, accidentalmente, abrió un gran agujero en el techo. Estaba hecho de yeso o de escayola, por lo que era un material bastante frágil".
El colofón final a aquel breve e intenso concierto fue la versión del "Wild Thing" de los Troggs que el propio Hendrix anunció como "nuestro himno nacional". Punto y final para un concierto que supo a poco para aquellos asistentes que, religiosamente, habían pagado las 300 pesetas que costaba la entrada. Por otra parte, el sonido –definido como "catastrófico" por la dirección del local– empobreció también su actuación. Así lo reflejaron los cronistas Josep Maria Barceló i Xim Rada en su crónica para Diario de Mallorca: "Uno de los más famosos intérpretes de la música 'pop' del momento la armó gorda la otra noche en el magnífico Sgt. Peppers. Para martirio de los tímpanos delicaduchos (...) hemos de decir que lo que vimos y oímos nos dejó realmente aturdidos. La actuación de Jimi fue seguida con interés, pero no llegó a apasionar en ningún momento (...) La electrónica dominó el ambiente e hizo temblar las paredes del Sgt. Peppers... Fue espantoso. Ciertamente de miedo. (...) Insoportable". Décadas después de aquella noche, Miquel Vives –leyenda viva del periodismo mallorquín– recuerda así el paso de Jimi Hendrix por Mallorca: "Dicen que fue mítico pero yo puedo decir que ese concierto fue nefasto. Jimi salió al escenario con ganas de vacilar: como no cobraba, ni había cámaras de televisión, ni ningún tipo de presión, salió al escenario a vacilar al público y a demostrarle lo buen guitarrista que era, fuera tocando con los dientes o tocando con la guitarra detrás del cogote. Me acuerdo que todo el rato estaba haciendo posturas mientras tocaba. La verdad es que parecía que no se tomaba demasiado en serio aquella actuación. ¿Aquello que vimos esa noche era realmente Jimi Hendrix? Los expertos que habían venido expresamente para verle esa noche quedaron bastante decepcionados".
El grupo posando ante el logo del bar
Sin ir más lejos, un empresario había llegado ese día a Mallorca para ver a Hendrix: estaba previsto que el 16 de julio el guitarrista actuase en la discoteca madrileña J&J, cancelándose un día antes sin motivo aparente. La razón nos la explica Vives: "Recuerdo que aquel era un hombre muy serio. Cuando vio a Hendrix haciendo aquella actuación estrambótica, tan ruidosa, rompiendo el techo de Sgt. Peppers, se asustó. Mike Jeffery y yo le vimos acojonado, a un lado de la barra. No quiso de ninguna manera que Hendrix y Jeffery firmaran el contrato. Mike pilló un cabreo tremendo con el madrileño. Lo quería matar".
Cancelado el concierto en Madrid, Hendrix, Reading y Mitchell comenzaron unas pequeñas vacaciones en la isla en las que no faltó de nada: ni las carreras de karts en S'Arenal ni las corridas de toros con El Cordobés como gran protagonista. Día sí y día también se les pudo ver cenando en el barrio de El Terreno, para después dar una vuelta por la Plaza Gomila –bautizada por ellos como la "Plastic Gorrilla"– después de haber disfrutado de largas sesiones de sol y marihuana en la Playa de Palma. Algunas de aquellas escenas fueron inmortalizadas en Super-8 por el propio Noel. Jimi, que afirmaba no haber disfrutado de la playa desde hacía ocho años, lamentaba ante el periodista Keith Altham no haber hecho caso a Chas Chandler: "Ojalá le hubiera escuchado hace dos años, cuando me habló de este lugar".
Fotogramas del vídeo que se grabó durante la visita de Hendrix a Mallorca
Hendrix de marcha por la isla bonita
La historia no termina aquí. El 16 de julio, los mallorquines Z-66 estaban en Sgt. Peppers descargando su repertorio –una efectiva mezcla de soul y psicodelia rematada con versiones de Grateful Dead, The Gun y la Creedence Clearwater Revival– cuando Jimi Hendrix, sin previo aviso, volvió a aparecer. Pidió una guitarra y, junto a ellos, tocó "Lucille" (Little Richard), "Johnny B Good" (Chuck Berry) y algunos estándares de blues alargados hasta el extremo. Durante uno de sus solos, cuentan, rompió una cuerda: ni pareció inmutarse. "Tocó incluso mejor con cinco que con seis", sentenciaba Altham. Salvador Domínguez en su libro Bienvenido Mr. Rock narra aquel episodio de la siguiente forma: "Una noche de desmadre, Hendrix apareció por el Sgt. Peppers con cuatro suecas que cortaban la respiración, comentándole al relaciones públicas del local, Sandro Fantini, que le apetecía tocar. Fantini, ni corto ni perezoso, rápidamente mandó a un camarero al hotel para que recogiera la guitarra de Jimi y así poder empezar la juerga como Dios manda. Durante hora y media estuvo tocando blues. Luego se piró con las suecas sin dejar rastro". Lorenzo Santamaría, vocalista de los Z-66 –posteriormente más conocido por su carrera como cantante melódico en los setenta– recordaba en una entrevista su nuevo encuentro con Hendrix: "Aquella noche, Jimi estaba en un sofá con sus amigos, músicos, compañeros... y tías, obviamente: siempre había mujeres a su alrededor. Se levantó y se unió a nosotros para tocar dos o tres blues. Improvisamos un montón. Esa noche tocó con una Gibson Les Paul. Él solía tocar con la Stratocaster pero, cuando le daba por tocar blues, lo hacía con esa guitarra. Trajo con él un montón de pedales distorsionadores. Regaló uno a nuestro guitarrista. Para unos pardillos como nosotros, aquello fue algo acojonante".
Hendrix de marcha por la isla bonita
En octubre de 1968, The Jimi Hendrix Experience publicaban Electric Ladyland, su tercer trabajo. Fue su cima, su cénit. Tiempo después, todos terminarían por marcharse: el primero, Hendrix, muerto en una habitación del Hotel Samarkand (Londres) en septiembre de 1970. Sus compañeros Redding y Mitchell también pasarían a mejor vida, en 2003 y 2008 respectivamente. Mike Jeffery, también: justo después de haber comprado una casa en Banyalbufar (Mallorca) cogió el vuelo equivocado. Murió en un accidente aéreo, en marzo del 73. A Chas Chandler se lo llevó un aneurisma de la aorta en 1996, pocos días después de haberse retirado oficialmente del mundo de la música. Vicenç Caldentey, Leo González y Manolo Marí, componentes de los Z-66, también se fueron. El paso del tiempo tampoco perdonó a Sgt. Peppers, que inició su declive en el verano de 1973. Por entonces, no era ni la sombra de lo que un día había llegado a ser. Su inevitable desenlace llegó en septiembre de 1975, cuando el empresario Bartomeu Cursach compró la discoteca para transformarla en el Alexandra, un antro dedicado a la música disco. No solo desaparecía el nombre original, sino también el agujero que, una noche de verano, algunos años atrás, había abierto el mismísimo Jimi Hendrix con el mástil de su guitarra.